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noviembre 23, 2010

Amargo Noviembre

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Navego en aguas oscuras, y cuando el faro que creí más cercano me ha negado su luz, muchos delfines y sirenas hermosas me guían. Nadando junto a mi barca me señalan un camino de esperanza, y me provocan soñar con anclar en un puerto muy parecido al paraíso...

Este océano es inmenso, oscuro y frio como la muerte... Este océano es como un demonio mojado que me arrastra a su profundidad y me manda olas furiosas para que me deje perder en un remolino de pecado condenatorio.

Esos vampiros y hombres lobos que se disfrazan en blanco y que por momentos considero ángeles, esos seres vuelan como zopilotes a mi alrededor, quieren mi carne, mi sangre, y dicen que a cambio me darán unos remos mas fuertes para seguir intentando llegar a Santorini.

En las noches estas aguas se vuelven más  frías y me golpean con más fuerza. Las estrellas me observan, ellas pueden leer mi mente y les he pedido que manden señales al universo, señales de auxilio para que un ser supremo al que llamamos Dios, venga a rescatarme, para volver de donde zarpé o para llevarme a su hostal de hojas rosas, donde las aguas son color mirinda y las flores de colores que aun no ha visto ningún ser viviente.

Colores como el azul beso, el amarillo amiga, el rojo descanso y el verde felicidad; Quiero fingir estar lista para apreciar esas cosas hermosas que se que están mas haya de estas aguas, pero temo tanto dejar a esa reina que necesita que le cepille cien veces el cabello cada noche antes de dormir.

Seguiré remando hasta el veintinueve del dulce que me supo amargo...